jueves, abril 17, 2025

Alegre, un paraje abandonado a menos de 80 kilómetros de Buenos Aires

Para quienes vivimos en el Gran Buenos Aires o en la Ciudad de Buenos Aires, no hay que hacer demasiados kilómetros para entrar en un ambiente rural. Conocer pueblos, parajes y muchos de ellos, olvidados no solo por la gente, sino también por el tiempo, donde se detiene. Donde solo se respira el olor de la tierra, los pastizales y hasta donde las nubes parecieran estar perfumadas. Estos lugares casi no registran a la distancia, presencia de personas, con casas abandonadas, algunas y muy pocas de fin de semana. Campos no trabajados, arboles que crecen al compás del viento y como pueden sobreviviendo a las tormentas, que en medio de la estepa, parecen furiosas.

Viaje a Alegre en la Provincia de Buenos Aires

La Ruta 29, que básicamente nace después de Brandsen, el último, pueblo más poblado y más cercanos al gran Buenos Aires, hasta ahí aun llega el tren que viene desde Constitución, hay trenes de carga, y trenes de pasajeros que tienen como destino o Chascomús o Mar del Plata, pero es justamente una estación después en Jeppeners donde toma las vías que van a ese destino, dejando a los demás pueblos sin la estridencia de las locomotoras, desde hace años, décadas. Los pueblos nacidos en el trayecto de esta ruta que pasa por Ranchos, Villa Nueva, General Belgrano, por citar alguno de los pueblos más conocidos en ese trayecto hasta Ayacucho, donde terminaba el recorrido, que principalmente era utilizado por trenes de carga, trayendo cosechas del campo.

Es justamente por esta ruta, que unos 20 kilómetros antes, viniendo desde el AMBA, se accede al paraje Alegre. una localidad dentro del Partido de General Paz, que tiene como pueblo Cabecera a Ranchos. No hay carteles que indiquen su acceso, apenas uno se da cuenta que esta frente al acceso, porque de repente aparecen luminarias, escasas, pero existentes al fin, que dan señal de que estamos frente a la entrada de un pueblo. Lo positivo es que su ingreso es por una calle de asfalto en buen estado. Son aproximadamente unos 13 kilómetros de camino, hasta que se convierte en tierra, chocando con los viejos rieles que la atraviesan, pasando desapercibidos, porque se van escondiendo debajo de la tierra.

Hace unos años, apenas terminaba la pandemia, que tuve la idea de comenzar hacer algo que hacía años que venía postergando y que siempre tuve ganas de hacer, Levantarme en una mañana de finde semana y sin destino pensado, salir a cualquiera de las rutas y que los caminos me vayan diciendo donde ir. Es así, que a pesar de que cientos, quizás miles de veces he pasado por su acceso, porque desde chico, viajo por lo menos una vez al año a General Belgrano, y siempre decía hoy entro, y así se fue pasando el tiempo, hasta que después que todo se liberó luego del covid, pasé y entré.

Vieja Estación de tren de Alegre

Apenas uno hace unos metros por el camino, ya se encuentra un escenario de desolación, entradas, tranqueras castigadas por el sol, maderas curtidas, resquebrajadas, cadenas y candados oxidados, campos de pastos salvajes, abrojos, arboles secos o desojados, tierras resquebrajadas sin lluvias. Uno puede apreciar que la inmensidad del silencio, tiene su propio sonido, su ritmo.

El camino de la entrada, en un momento del trayecto hace una S como si se tratara de una serpiente gigante dormida. De ahí no queda mucho tramo, para encontrarse con una casa de chaperío, con algunos gansos chapoteando en el barro de una pequeña lagunita, artificial que no es mas que 100 metros cuadrados, de donde se puede dilucidar que se hizo, producto que en algún momento sacaron tierra para hacer el camino. Algunas gallinas pastorean entre perros que ni mueven el rabo. A pocos metros de ahí, la escuela, pequeña, pero pintoresca y bien conservada. Todo el paraje, parece reducirse en unas pocas cuadras, sobre el mismo camino. A metros de la mano de enfrente, la sociedad de fomento, que se ha olvidado incluso de fomentarse así mismo. Y sobre el mismo lado de la escuela a unos 200 metros, lo que fue la pulpería en algunas décadas atrás. Se conserva bien de pintura, porque hasta unos años era alquilada por una familia, como casa de fin de semana, mientras tiene el cartel de venta. De lejos se ve que la pulpería cuenta con su propio terreno, más de 10 hectáreas de nada. Una vieja cancha paleta y una especie de garage con el techo incompleto.

Casas abandonadas en Alegre

Enfrente, lo único que le da vida al paraje, un destacamento de la policía con varios patrulleros con algunos policías caminando, tomando mate, y al costado, emerge un cementerio de chatarras, autos chocados, autos incautados con fajas en las puertas. Todo sobre el borde de lo que fue el gran espacio de la vieja estación de trenes, completamente abandonada. Un edificio que cada tanto recibe visitas de aquellos como yo que buscan una selfie con el cartel de fondo, con el anden que se conserva a pesar de todo, algunos galpones cerrados herméticamente. Y el mas grande, que conserva su piso pero se le han volado algunas de las chapas del techo.

Pulperia abandonada en Alegre

El edificio ferroviario es la muestra de lo que eran las estaciones de tren de principios de 1900. Con un viejo aljibe que pasó a ser un pozo donde tirar basura. Los baños con inodoros de cemento, tapiados por hojas secas. El salón de espera, aun conserva algunos bancos de madera.

Conversando con alguna de las personas del lugar, en aquel primer viaje,me dijeron que en el pueblo viven alrededor de 5 personas; algunas en es casa precaria de chapa a orillas de esa lagunita artificial, y dos solitarios cuidadores de campo, que están aledaños a la vieja estación de Alegre. La escuela cuanta con una sola maestra y una directora que a su vez hace el rol de portera y no llega a tener mas de 10 alumnos que son de los campos aledaños, muchos de los chicos vienen diariamente atravesando campos.

Conversando con uno de los vecinos, La pulpería, que hace varías décadas que no funciona como tal y se la denomina «Lo de Garcia», dicen que en la esquina, donde funcionaba el local comercial, adentro esta todo intacto con sus mostradores, estantes, mesas como si hubiera quedado suspendido en el tiempo.

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